De bancos y chorizos

Yo nunca he sido muy de bancos. Es un hecho. Quizás influye el que últimamente las tarjetas me duren menos de un año (por eso de que suelen robarme), pero el caso es que me viene dando un poco igual dónde tener el dinero, siempre y cuando pueda utilizarlo.  Dicho esto, necesito contaros lo coñazos estresados que son los bancos en Britishlandia. 

Al empezar a trabajar en  UK, una de las primeras cosas que te suele pedir tu empresa (y la mía no iba a ser menos) es que tengas una cuenta inglesa si quieres cobrar. Bien, pues esta cuenta el banco de turno sólo te la abrirá si le enseñas una proof of address, que viene siendo algo así como un papelito que diga que no eres un homeless y tienes dónde vivir. Una vez probado que tienes donde caerte muerto reposar por las noches te pondrán problemas si todavía no tienes un número de teléfono british. En este caso, la solución suele ser darles el número de un friend con número inglés. Hasta aquí todo más o menos estándar. Coñazo, pero estándar.

Una vez superados los papeleos previos, llega el momento de abrirte una cuenta. En principio, puedes abrirte tantas cuentas como quieras y son todas gratis. Bien. Pero a la hora de hacerte tarjetas la cosa empieza a complicarse. Resulta que el hecho de que los spanish tengamos 2 apellidos les ralla la cabeza agobia un poco. En mi caso, mi personal banker tuvo que hacer varias consultas con su encargado para terminar poniendo la cuenta a nombre de B. M. Fuentes. Es decir, con mi segundo apellido como nombre intermedio. Yo le dije amablemente que eso podía traerme problemas y que no me importaba que pasara del segundo apellido, pero (también de manera lovely) me explicó que si estaba en mi DNI tenía que estar en la tarjeta, para a continuación echarme una mirada de oh-dios-mio-eso-supondría-infringir-la-ley-como-se-nota-que-eres-spanish.

Continuando con el tema de las tarjetas, una de las cosas que caracterizan a los bancos british es el bucle de las tarjetas de crédito. Resulta que para hacerte una tarjeta de crédito necesitan que pases un credit check, que viene siendo algo así como un análisis de los pufos que has tenido a lo largo de tu vida. El caso es que si eres joven y/o vienes de un país extranjero no tienen acceso al registro de lo que has ido haciendo, con lo que no se arriesgan a concederte una tarjeta. Yo he probado a poner cara de persona responsable y explicarles que sólo la necesito para alquilar de vez en cuando algún coche. Tras lo que mi personal banker me ha dicho que no me preocupe, que si el Celta juega en primera al año que viene y le traigo un bote con sangre de unicornio azul marinada en pelos de sirena, el 5º día de la 3ª luna de marte me concederá una tarjeta de crédito. Oh, gracias!

Eso sí, una vez abierta la cuenta y con tus tarjetas de débito en la mano, el tema de la seguridad se lo toman muy en serio (al menos en mi banco). Para acceder a tu cuenta por Internet necesitas varias claves, un aparatito en el que meter tu tarjeta (ver foto anterior) y paciencia, mucha paciencia. Por otro lado, son unos cachondos, ya que al pagar/hacer compras en las tiendas nadie comprueba que la tarjeta con la que estás pagando es realmente tuya. Parece ser que también es habitual que la tarjeta deje de funcionar de repente. A mi me pasó el otro día, y cuando fui a ver a mi personal banker (sí, ya somos coleguitas), poco menos que tuve que pedirle perdón por haber hecho compras en Amazon. A quién se le ocurre! Claro, las detectaron como "movimientos extraños" y procedieron a bloquear mi tarjeta! Le prometí que no volvería a ocurrir...

Bueno, aquí termina mi desahogo disertación sobre los bancos british, que por cierto, abren todos los sábados -algo bueno tenían que tener-. Y para cambiar de tema (o no?) dejadme que os enseñe el chorizo que venden en el súper pijo de nuestra village, con auténtico pimentón de la vera y ready para echar en la paella (!).