El Ganges de Maidenhead

Una de las cosas que suelo hacer en todas las ciudades en las que resido más de un mes es hacer unos largos en la piscina municipal de turno. Qué mejor lugar para tratar de interactuar con las marujas de la zona y conocer a sus adorables -léase adoreibol- criaturitas que patalean en la ducha y corren por el vestuario adelante.

Y claro, britishlandia no iba a ser menos a la hora de continuar con mi experimento piscinológico. Así que el otro día, ya sintiéndome instalada en la village, decidí dejarme caer por la única piscina pública de la localidad. Digo pública porque eso es lo que dice su nombre, pero lo que viene siendo el precio nada tiene de humilde. 6 pavos pounds me cobraron por un pase de un baño!!! Y claro, yo pagué porque pensé que vendría incluido un masaje o un profesor cachas particular... pero ná de ná, 6 pounds por hacer uso de un vestuario unisex que no tiene ni puertas que lo separen de la piscina -vamos, que a nada que te descuides todos los nadadores british te ven las chuchasenladucha -.

De  todas formas, lo que me llamó la atención del sitio no fue el precio ni la escasez de puertas, sino la turbiedad del agua, que vete tú a saber cómo purifican porque ni sabía a cloro ni a sal ¡Vaya pigs! Casi todos nadando sin gorro, nada de ducha obligatoria antes de entrar... eso sí, el mejor antídoto para evitar que la gente trague water sin querer. Cualquiera se atreve.

Y el caso es que esto no pasa sólo en las piscinas. No es que sea yo muy fisna, no, pero es que aquí lo de ser un poco cochinoting está a la orden del día. Por ejemplo, en las empresas (al menos las que conocemos) no existe la costumbre lavarse los dientes después de comer; por otro lado lo de ducharse todos los días no está muy extendido  -claro, corren riesgo de perder moreno-; y al menos nuestras vecinas -sí, esas que creemos que consumen cosas raras- acostumbran a pasearse descalzas por las streets de los alrededores. Y yo que a veces me sentía cerda por no ducharme algún que otro sunday en Spain...

Vamos, que después de este intento frustrado he llegado a considerar seriamente la opción de abandonar el agua, comprarme una bici y dedicarme al campiñacicling -ciclismo por la campiña-. ¡Seguro que me iba mucho mejor! Porque como os podéis imaginar, volver al Ganges ese disfrazado de piscina no es una opción.  Pero bueno, antes de tirar la towel he decidido darle una oportunidad al gym-pijo-con-piscina que tengo al lado de casa, a ver si está un poco más clean. Eso sí, tengo que avanzar que a menudo vemos salir a gente directamente de ese gimnasio a la calle sin pasar por la ducha, como si nada...a ver si va a resultar que los british pijos tampoco se duchan!

En fin, os mantendré informados.