(no) chorizeanding

Reconozco que algunas veces en este blog me da por rajar criticar a los british y sus costumbres, pero la verdad es que hay bastantes ciertas cosas en las que están más avanzados que nosotros. Una de ellas es la diferencia de mentalidad a la hora de chanchullear intentar bordear ligeramente la legalidad.

En este country, eso de si-no-me-mira-igual-no-pago o voy-a-falsificar-la-tarjeta-de-estudiante-para-pagar-diez-centimos-menos-y-sentirme-mucho-mejor no es que no se lleve, es que directamente les suena a chinese. Es por eso que a menudo nos encontramos con situaciones en las que nuestro cerebro spanish -inconscientemente- encuentra la trampa, mientras que el lovely mundo que nos rodea sigue muy zen, a su ritmo, pagando por lo que hay que pagar y no colándose donde no hay que colarse.

Un ejemplo muy claro es el uso de lo que aquí llaman la Advantage card, que viene siendo algo así como un carnet que acredita que eres residente en el Royal Borough de Windsor & Maidenhead, que suena mega-cool pero no es otra cosa que el nombre de nuestra lovely área -no llega a condado,no-. Esa tarjetita -que por cierto aún no tenemos- te sirve, entre otras cosas, para tener descuento a la hora de reservar pistas en el gimnasio y también (ojo al dato) para entrar gratis en el Castillo de Windsor. El caso es que ya van varias veces que vemos que en vez de pedir la tarjeta el british de turno pregunta "¿quién tiene advantage card?" y se conforma con que todos digan "yo!", sin pedir ningún tipo de acreditación. Yo he llegado a pensar que igual la gente de esta village tiene un código secreto mediante el cual se identifican con la mirada, dejando así las tonterías de las tarjetas para los extranjeros...pero claro, eso todavía está por demostrar.

Otro sitio donde se nota que los british no están todo el día intentando escaquearse es en el transporte público. Como pasa en muchas ciudades centro-europeas, aquí los revisores en los trenes brillan por su ausencia, y sin embargo, tó quisqui paga el carísimo billete de train. Además, no se ven carteles de esos que acojonan avisan de los gatitos que morirán por cada persona que sea pillada viajando sin billete.

También hay diferencia en el tema de los robos, especialmente en viviendas. Aunque puede que se deba a que los british son -de momento- confiados por naturaleza. El caso es que por mucho que aquí la mayoría de las casas son de planta baja, no se ve ni una reja -ni por supuesto persiana, no vaya a ser!-. Aquí todo está construido en modo open plan, o lo que viene siendo lo mismo aquí-están-mis-ventanas-que-entre-quien-quiera.

Y ya para terminar, dónde me he sentido yo más spanish ha sido en el supermercado, al descubrir por primera vez el método de pago fast track, también conocido como no-somos-hermanitas-de-la-caridad-pero-confiamos-ciegamente-en-que-vas-a-anotar-en-esta-maquinita-todo-lo-que-metas-en-el-carro. Esto se basa en que al llegar coges una maquinita que tiene un lector de código de barras, con el que te comprometes a escanear todo lo que vayas metiendo en el carro. Hasta aquí tiene sentido, pero lo extraño -para nostoros-  es que a la hora de pagar NADIE revisa que lo que estás pagando es lo mismo que llevas en el carro -no, ni siquiera una simple miradita para comprobar si te estás llevando varias botellas de vino caro por 2 libras-. Tú le das la maquinita a la cajera. Le pagas lo que la maquinita indica. Y pa' tu house. Si es que...te lo ponen fácil hasta para robar sin querer  -que una no quiere, eh?-.